domingo, 4 de septiembre de 2011

Arte implícito


Arthur Rimbaud fundó la poesía moderna a los 17 años y dos años después abandonó la literatura para convertirse en traficante de armas. Antes había escrito Una temporada en el infierno, siguiendo los pasos de su admirado Baudelaire. Se había enamorado locamente de Paul Verlaine, escapó siendo casi un niño de su casa y pronunció una frase breve que anticipó a Freud. Yo es otro. Luego se convirtió en mercader de camellos y fusiles. Y todo así hasta que su pierna derecha desarrolló tempranamente un carcinoma y tuvo que regresar a Francia el 9 de mayo de 1891 donde, días después, se la amputaron. Finalmente murió en Marsella a los 37 años. Fracasó, dirían los felices y exitosos de hoy. Pero fracasó mejor que nadie.
L.

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