Llega una hora de un minuto de un segundo de un tiempo sin tiempo donde no puedo esperar más. Y entonces claro. Y entonces nada. No vendrá nadie con los pelos al viento. No habrá algos ni algas mojando sábanas muertas. Y entonces claro. Y entonces nada. Es cuando todo se acaba y uno mismo se convierte en lo esperado. Y es cuando empiezo a soplar hasta ser eso que levanta y empuja el polvo del mundo. El viento soy yo. Y no queda nada que esperar.
L.
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