jueves, 8 de septiembre de 2011

Monotonía erótica


El erotismo literario -la narrativa sucia en general- suele caer en una tediosa monotonía. Los mismos estímulos, las mismas escenas, las mismas fabulosas contorsiones. En los escritos de ese tipo, como en la polución nocturna, la imaginación se reduce apenas a la experiencia corporal. No se tiene en cuenta que hasta en la masturbación la mente se convierte en una especie de molino de viento. Puede ser que el escritor moderno haya descubierto en la sexualidad el último reino a conquistar. Pero casi todo lo que se produce en ese campo es basura. Al cabo de cincuenta páginas de pezones endurecidos, muslos que se abren suavemente, ríos tórridos que entran y salen por la extasiada anatomía... los lectores se cansan. Algunos se preguntan si la actividad aludida puede llegar a ser algo tan previsible, tan aburrido, tan desesperadamente burdo.
L.

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