miércoles, 27 de junio de 2012

Hoy llueve en Bogotá


Nunca sentí al mundo rendirse a mis pies. Siempre padecí de algún tipo de inseguridad que me impidió disfrutar de los instantes: el primer beso tan dulce y delicioso, las ganas de coger en el cine o en los taxis, el reconocimiento de la piel del otro, etcétera. Pero, es extraño, lo que más me emociona es la idea de lo que pudo ser y no fue. Eso que el destino me ha quitado de las manos. Hoy… ¿hoy que hice? Andar en taxi y caminar. Los taxistas están tomando la costumbre de confesarse conmigo. Ayer uno lloró contándome cómo extrañaba a sus dos hijas porque está recién separado y ahora vive solo y solamente solo. Hoy otro señor me pasaba papelitos con poemas que escribe en cada parada de semáforo (pienso en ti… tu perfume se escurre entre mis manos y recuerdo lo que he perdido o algo así). Llovío, llovío muchísimo. Y tuve que cruzar un río que se formó en las calles empedradas del centro de Bogotá.
Andrea

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