miércoles, 27 de junio de 2012
Todo arte es erótico
Por estos días se cumplen 150 años del nacimiento de Klimt (1862-1918), artista vienés dado a la pintura y las mujeres como si se tratara, casi, de la misma cosa. El pintor solía acostarse con sus modelos, sus amantes se contaban por centenares y los hijos engendrados por docenas. Fue un hombre excesivo que vivió la transición de una Europa que se encaminaba lenta pero firmemente hacia el desastre de la Segunda Guerra Mundial. Las fotografías que se conservan de Klimt lo muestran cubierto con una bata negra que llegaba hasta los pies. Era su única vestimenta. En general era desaliñado, tosco, con aspecto de fauno o macho cabrío. Sus exposiciones escandalizaban a las buenas conciencias por su voluptuosidad y la abundancia de desnudos encarnados en supermujeres eróticas. El colmo fue el cuadro titulado La jurisprudencia, una serie de figuras desvestidas tildadas por los académicos como pornografía pura. Su respuesta fue pintar, a continuación, un hermoso culo de mujer. Adolf Loos, el arquitecto de la modernidad, acuñó el principio fundamental de aquellos años lejanos en su ensayo Ornamento y delito. Todo arte es erótico, decía ahí. En las entretelas asomaba el psicoanálisis de Freud y, claro, la idea de una eterna revolución social, sensual y espiritual.
L.
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