Pelea con mi analista. Le cuento que abandoné un proyecto de libro que gira en torno a los filósofos presocráticos porque no sé idioma griego. Me parece pretencioso acercarme a esos pensadores sin dominar su lengua original. Mi analista me sugirió que aprenda griego. Le pedí por favor que se dejara de joder. Le dije que si no tengo tiempo ni de hacer pis o ir al supermercado mucho menos es el tiempo del que dispongo para estudiar griego, arameo o chino mandarín. Redoblé la apuesta. Usted debería conocer mejor la vida de sus pacientes, contraataqué. La respuesta de mi analista fue irritante pero genial. Usted no va convencerme de que su vida es eso que usted cree que es. Lo dijo y dio por terminada la sesión.
L.
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