Después del portazo Paula me dijo que quiere volver. Pidió perdón por sus impulsos, por la escena del baño, etcétera. Recordó lindos momentos que vivimos juntos. Propuso, en conclusión, que nos demos una segunda oportunidad. Pensé la respuesta durante un largo rato. Más que un rato. Fueron dos o tres días. Después me metí en diez mil trabajos y finalmente puse las manos sobre el teclado, como ahora, y le escribí algo en mi estilo habitual. La soga rota puede anudarse, le dije. Resistirá. Pero de todos modos está rota. Quizás podamos intercambiar palabras, le dije también. Pero dado que me abandonaste, Paula, en fin, no volveremos a encontrarnos.
L.
No hay comentarios:
Publicar un comentario