sábado, 31 de mayo de 2014

Casi toro


Clarissa

Sólo el misterio nos mantiene vivos. Pensaba en eso, recién, cuando terminé de leer La casta Clarissa, un relato notable de John Cheever (1912-1982) un escritor maldito que nadie o casi nadie conoce pese a que ganó el Pulitzer, el National Book Critics Circle y no sé cuántos premios más. Clarissa, la protagonista, es un misterio gigante. Sólo eso nos mantiene vivos. En el cuento no pasa nada y pasa todo. La mujer es casada, un amigo la besa en un arrebato al regresar de un paseo, lo que molesta en grado sumo a la mujer. Lo echaste todo a perder, dice ella, y luego se despiden secamente para reencontrarse sin éxito unos días después. La escena transcurre en una isla en donde cada tanto hay tormentas que elevan las olas hasta alturas increíbles. A lo largo del texto Clarissa dice una sola frase importante. ¿Sabes? Esas piedras de la escollera han crecido mucho desde la última vez que estuve aquí. Eso es todo lo que dice la protagonista del cuento escrito por un autor desconocido que nació, bueno, no sé dónde nació. Pero no importa. O es un misterio más en la cadena de misterios que, sí, como Clarissa, nos mantiene vivos.
L.

Como si fuera


Escribir

Escribir para saber qué escribiríamos si escribiésemos. Escribir para no morir en el intento. Escribir para al menos ser palabras. Escribir desde el pozo de la angustia. Escribir aunque no tengamos ganas. Escribir malas palabras aún con vergüenza. Ir al punto. No dar rodeos. Escribir por los que no están y por los que están. Escribir para no perdernos en lo cotidiano. Escribir porque todos moriremos. Escribir en idiomas perdidos. Escribir para darle voz, cuerpo y sangre a lo que se resiste a ser nombrado. Escribir para volver a casa.
L.

A simple vista

viernes, 30 de mayo de 2014

Irse

IRSE es una ciudad
tiene las calles angostas
el aire un poco frío

IRSE tiene cuatro casas
dos establos
y un semáforo
también tiene un bosque
y a mí

a IRSE nunca vino nadie
de IRSE aún nadie se ha ido
para decirlo
están ahí
el viento
las piedras
el retrato del abuelo
un poco de mi voz
el anverso de las hojas
y yo otra vez

y yo sin nada

Dar lo que no se tiene

Lacan definió el amor como el acto de dar lo que no se tiene a quien no es. La belleza de la formulación no oculta su complejidad. Podría decirse que nadie es en un vínculo dado que todo sujeto resulta de algún modo "creado" por el otro integrante de la pareja. En caso de pérdida existe la posibilidad de hallar sustitutos para el ausente. Se da lo que no se tiene porque solo podemos donar al otro la ofrenda de nuestro vacío. Así considerado el amor sería producto de la unión entre dos soñadores que se potencian y comparten el desasosiego de vivir. Se trata de la eficaz circulación de algo inexistente que requiere del otro un cierto grado de entrega y reciprocidad. Cada uno adoptará la forma del sueño que lo contiene constituyéndose en función de la demanda del otro. El amor, en conclusión, es el resultado de dos individuos que se inventan al mismo tiempo. Cuando el sentimiento muere el sueño se convierte en pesadilla. 
L.

Lo imaginario


Lo imaginario salva cuando el que imagina sabe que imagina, es decir, cuando no se confunde, es decir, cuando entiende que lo imposible es puro juego, alucinación, poesía pura y torrencial. Todo eso que quiebra la condición unitaria de la materia, lo indivisible y tortuoso de cada individuo. Lo imaginario abre puertas y evita el encierro en el documento único de identidad, las clasificaciones inciertas, lo obvio. La sola presencia imaginaria de alguien alcanza y sobra para alentar cambios fabulosos en la solitaria soledad del solitario. Lo imposible se vuelve posible por el solo hecho de nombrarlo, soñarlo, acariciarlo tibiamente en la distante distancia.
L.

Estrella fugaz

Volumen

Demasiado alto el volumen. Tanto ruido no deja escuchar. Deberían bajarlo un poco al menos, sí, que al menos pueda oírse el golpeteo del viento contra la ventana, el agua del río lejano, el movimiento de las hojas y las ramas ligeras en el bosque. El gran sonido ahoga el sonido más callado así como el gran amor no permite disfrutar de amores baratos, sin porvenir como trenes de juguete. Demasiado alto el volumen del mundo. Demasiado fuertes los gritos en la sala. Por favor. Bajen un poco el volumen. Y que se haga de noche por fin.
L. 

jueves, 29 de mayo de 2014

Ella


Ella

Ella se sitúa en un punto equidistante situado entre el bosque y el mar. A veces da vueltas alrededor mío con su bicicleta de playa. O se tiende como una alfombra roja para que yo camine y orine por ahí. Suelo confundirme en tales casos. El bosque y el mar son demasiado amplios. Hay muchos elementos donde el pelo se mezcla con las olas, las ramas finas, los troncos, los pájaros que gritan sobre todo en la noche. Y la cabaña de troncos. Y la luna que asoma deforme entre nubes de fieltro. No puedo verla en sí misma. No puedo sino inventarla y ubicarla en un punto equidistante situado entre el bosque y el mar. Ese punto no existe pero es, claro, el único que importa.
L.

Palabra y acto

Se dicen demasiadas palabras a veces. Palabras llenas de ideas de avanzada y con clara tendencia progresista. Si fuera por las palabras que se oyen, todos o casi todos parecerían ser héroes, gente buena y dispuesta a dar la vida por los otros, por un mundo mejor, sí, hermosos y extensos discursos de los bien pensantes, posiciones de combate duro e intransigente, disposición de los conferencistas a firmar solicitadas públicas a favor de los humildes y los explotados, gente sensible que llora en la cama y en el cine, profesores muy comprometidos con la revolución política y social, académicos de altísima categoría y vasta formación. Demasiadas y bellas palabras. Hermosos discursos para seducir a divinas muchachas. Imbatibles y valientes promesas para todos y todas. Pero...ni un solo acto. Y en ocasiones el discurso comprometido va acompañado de un silencio demasiado parecido a la complicidad. Por eso. Entre la palabra y el acto resulta diez mil veces preferible el acto. El puro y simple acto del que pone el cuerpo sin que importen jamás las consecuencias.
L.

La otra orilla


La solución a todos los problemas está en la otra orilla. Sobre eso no hay dudas. Lo que debe hacerse entonces resulta muy simple. Subir a un bote, remar a buen ritmo, alcanzar el otro lado de todas las cosas y salvarse. Pero por alguna extraña razón la otra orilla es la más lejana y difícil de todas las orillas. Está ahí, frente a nosotros, a unos pocos metros, pero nadie la puede alcanzar y ni siquiera observar. Los esfuerzos que se hacen en tal sentido son decididamente heroicos y admirables. Se usan botes, buques enormes, balsas de troncos y cruceros de última generación. Pero, qué pena, llegar hasta ahí parece imposible. Al menos hasta ahora todos los intentos fracasaron. Sólo después, mucho después del después, se descubre que la otra orilla es justamente esa en donde estábamos parados.
L.

La mirada

Si algo debemos educar, enriquecer, iluminar, eso es la mirada. Con la mirada enriquecida transformaremos si no el universo al menos la vida cercana, la orilla de algunos mares, un claro en el bosque nativo. Ojos que piensan son ojos que dicen y actúan sobre lo observado. La mirada hueca es ciega. La mirada vibrante no se conforma con lo que está. Inventa un mundo. Lo rehace a su manera. Lo salva.
L.

miércoles, 28 de mayo de 2014

En Barcelona

Paula en el espejo


Después de la ducha Paula se viste y se desviste frente al espejo. La escena se repite casi todas las mañanas. Yo, recostado en la cama, suelo estar listo para salir. Hojeo una revista o leo un libro sin demasiado interés en la actividad. De tanto en tanto alzo la cabeza. No soy indiferente a lo que ocurre. Paula se quita las toallas, también el turbante en la cabeza, y se mira largamente en el espejo. Le digo, le dije hoy, que es más hermosa desnuda que vestida. Se enoja cuando digo eso. O hace como que se enoja. Luego se autocritica. Mis piernas están gordas, dice para ella misma o para mí. Replico que no es así y que de ser así lo que importa es el conjunto. Le digo que la belleza no puede medirse por tal o cual aspecto determinado a la manera de una prótesis. Es el conjunto lo que impacta. Pero la frase no deja de ser teórica y a Paula no le gusta la teoría. Se pone primero la ropa interior y luego se prueba blusas, pantalones y polleras que va desechando y cambiando de manera obsesiva. Finalmente da con la armonía buscada y se pone los aros que le regaló Rosa, una compatriota, y me pregunta si le quedan grandes. Sí, le digo a desgano, un poco grandes. Quizás con otra ropa. Paula entonces vuelve a desnudarse por completo para probarse vestidos que habiliten el uso de aros gigantes. Todo resulta extraño pero la escena siempre es deslumbrante. Por el ventanuco del baño, tipo ojo de buey, entra un rayo de sol que permite observar miles o millones de gotitas flotando en el haz luminoso. Se lo recuerdo mientras Paula, ahora con aros redondos y planetarios, se dispone a dar pelea. Me sonríe, se cuelga del hombro la mochila arhuaca y abre la puerta. Sos muy hermosa, insisto. Y recién entonces salimos al mundo.
L.

Sin religiones

Las cosas que escribo y leo, las ideologías, mi fervor crítico e inquisidor, todo eso sirve de poco. Hablan el cuerpo, los olores que escondemos sin querer bajo la ropa, hablan los actos, habla sobre todo el gesto inesperado. Lo mejor sería renunciar a todas las religiones. A todas sin excepción. A las que tienen dioses pintados en cruces o estampas y a las que tienen deidades menores, entusiasmos provisorios, énfasis injustificados, y, una vez más, ideologías. Renunciar por ejemplo a la religión del amor, lo que no significa dejar de amar. Renunciar por ejemplo a la religión del sexo, lo que no significa abandonar esa forma de comunicarse. Renunciar por ejemplo a a la religión del pesimismo, lo que no significa dejar de ver el panorama sombrío de nuestro mundo. Renunciar por ejemplo a la religión del entusiasmo, lo que no implica dejar de entusiasmarse por esto o por aquello. No renunciar al beso y la caricia profunda, no renunciar a la memoria en todas sus variantes, no renunciar a la vida considerada sin mitificaciones. La vida es lo que es. Tampoco voy a levantarle un altar a este espacio ni al acto de suspender el viaje, algo que en cualquier momento puede, por qué no, retomarse.
L.

Identidad

Anotación I

El árbol se ha secado. Pero así y todo se balancea en el viento junto a los otros árboles.

Anotación II

Una muchacha que no ha ido jamás al campo lo huele en sueños. Y en sueños cree ver urracas, toros, cuervos, pollos, trigo, maíces, caballos y tormentas de polvo. Imagina claramente los caminos bordeados de árboles y los pájaros posados en los árboles.

martes, 27 de mayo de 2014

Psicología taurina


Psicología positiva

Hojeaba ayer en el quiosco una revista llamada Psicología Positiva. Lo primero que sorprende es el optimismo enfermizo que domina en sus páginas. Lo más curioso es que todas las notas están llenas de indicaciones. No son consejos o sugerencias. Son órdenes. Parece que debemos ver solamente el lado bueno de las cosas. Perder miedo al rechazo. No dejarnos influir por gente depresiva. Mirar hacia adelante (¿dónde queda eso?), buscar pareja adecuada (¿cuál sería exactamente?), darle más tiempo al placer, controlar impulsos que llevan al error, aceptar los defectos de los demás, incluido el mal aliento de origen bucal, sonreír siempre ante el dolor y dejar de recordar. Esto último es lo principal. La memoria es para la revista el enemigo público número uno. Pensé que si el cambio de vida se fundara en cumplir esos mandatos todo sería tan fácil como sospechoso. Por eso, pensé también, el psicoanálisis no goza de popularidad. No promete nada, no da indicaciones, invita a trabajar con el pasado en función del presente, descarta las falsas oposiciones entre buenos y malos, angustia o felicidad, éxito o fracaso. ¿Para qué sirve entonces una terapia larga cuyo único resultado consiste en vivir sabiendo? Mejor hablar con un buen amigo, ir de shopping o leer Psicología Positiva unos minutos antes de llorar o pegarse un tiro.
L. 

Psicología negativa


Todo va a salir bien, me dicen. Todo en orden, contestan por ahí. Hay que pensar en positivo, concluye alguien. Estoy harto de la mentira disfrazada de buena onda y optimismo de plástico. Voy a crear, por eso mismo, una corriente de psicología negativa que llevará por nombre vivir sabiendo. Sus adherentes podrán mandarme a la mierda, decir estoy mal si están mal, dejarse tomar por la angustia si están angustiados, llorar, gritar, patalear si lo desean, desnudarse en público y en privado. Los militantes de esta flamante disciplina tendrán permiso para seguir únicamente la ley del deseo, vincularse con gente tóxica, tener emociones impropias, vivir sin combustible espiritual y vomitar varias veces sobre los libros de moda. Nuestra biblia serán los cuentos depresivos, las películas aburridas y lentas, los poemas suicidas. Vamos a vivir como se debe, es decir, siguiendo solamente la urgencia de sentir y emocionarnos. Vamos a huir del lenguaje puro usando en cambio el peor, el más sucio y obsceno, es decir, el verdadero. Psicología negativa, vivir sabiendo, ley del deseo. Bases mínimas de vida y resistencia.
L.

No tiene


lunes, 26 de mayo de 2014

Tiene

Tiene que haber otro camino. Seguramente lo hay. Otro portón de rara madera. Un jardín, una playa mansa, un descanso en la larga caminata. Tiene que existir otra manera de hacer las cosas y entenderlas. Una ensalada con aceite blando y caído de los cielos. Otra casa en la arena. Una hora distinta que sorprenda al más avispado de los relojes. Otra espuma, claro que sí. Una lluvia de piedras redondas. Seguramente existe algo así. Lo imposible. Manijas del diablo. Cantos libres para el pájaro libre. Tiene que haber otro camino. Otro vino en la copa. Un mundo recién inventado. Un jardín. Una playa mansa y hermosa que borre ya todas las huellas.
L.

En tu jardín

Calles

Basta salir a la calle para encontrarse con la tragedia y lo bello inesperado de la vida. La vida. Viejos cayéndose casi muertos, celulares convertidos en prótesis daltónicas, gente narcotizada por la estupidez, gente maravillosa también, leyendo, observando, cantando de pronto y en medio del silencio una divina canción (me pasó recién). En las calles se resume todo el sinsentido de la existencia. Pero también camina por ahí, por la espalda desnuda, la hormiguita que no descansa y sube por la piel , la que se mete en las entretelas, la que desafía con sus pequeñas patas al mundo quieto e insensible que nada quiere saber de ella y de su loco destino.
L.

Sin mensaje


Sin mensaje

La sola idea de pensar en la posibilidad de un arte sin mensaje, sin asunto, sin nada más que arte, suele ser mal vista por la opinión pública y los críticos especializados. La sola idea de filmar una película o dirigir una obra teatral no basadas en historias "de la realidad" es rechazada de plano hasta por sus productores. Lo que se pregunta sobre un cuento o un poema ya no es cómo están escritos sino de qué tratan. Se piden mensajes altruistas, se pide pensamiento positivo, se pide algo alentador aunque resulte intolerable como creación en sí. Se exige verdad a los artistas y sobre todo sentido del decoro. La última exigencia moderna es la utilidad. Una flor debe servir. Un libro debe servir. Un blog, también, debe ser útil para sus lectores y para la población en general. Mensajes optimistas, buenas historias, practicidad. Eso sería todo.
L. 

Un mundo feliz

Por elevación

Lo totalmente expuesto carece de profundidad, es falso, miente lo totalmente expuesto al no dejar espacio a la inferencia, la adivinación, la sospecha de algo deseado y no mostrado. Lo explícito no explicita nada. Cansa y agota la mirada del que ve. Promueve el canto pero no el encanto. Lo evidente sin filtro puede tornarse inútil como una manzana que se mostrara totalmente desnuda. Diferente es la mordida, la gota leve, las semillas que de pronto asoman por orificios sutiles. El rodeo y el acceso, en fin, estrategias de sentido.
L.

Imágenes

No vemos las cosas sino las imágenes que dibujamos a partir de ellas. Lo que parecía una mujer es en realidad un conjunto de fantasías delicadamente amalgamadas. Pinceladas mal trazadas en un cuadro olvidado, y, también, una condensación de ideas vagas. La familia es apenas una construcción realizada con fotos recortadas. Se oculta lo feo y se utiliza una dosis muy alta de maquillaje. Lo mismo pasa con la política, con lo cotidiano, con el transcurso del tiempo. Aún el amor, o esa ilusión así llamada, no es más que una obra de arte incompleta y siempre a punto de estallar en disparatadas y espesas gotas de un fluido invisible. Imágenes. Sólo imágenes.
L.

domingo, 25 de mayo de 2014


En la tormenta

La incertidumbre gobierna al mundo. La incertidumbre, la desorientación, el fantasma de la crisis permanente, las guerras locales, las angustias individuales, la confusión generalizada. Pensar en la tormenta se hace por eso más necesario que nunca. Y no para destapar la felicidad, como propone un eslogan reciente de Coca Cola, sino para encontrar un cierto orden en medio del gran desorden. Dar al fin con alguna forma de equilibrio que no se aferre al auxilio de nuevos ídolos o dioses de repuesto, a salvaciones tan fáciles y deslumbrantes como imposibles. Entre el oscurantismo dominante y el cientificismo extremo, el antídoto vital se resume, como lo ha dicho Lacan a manera de desafío último, en no ceder en el deseo, no adaptarse a lo que está, buscarse y buscar resistiendo a cualquier precio la domesticación a la cual pretenden someternos. La meta sería alcanzar un pensamiento ordenado del desorden subjetivo, alguna especie de inteligencia parcial, individual y colectiva que retome un cierto marco de referencia. En conclusión. No dejarnos hundir, no dejarnos llevar ciegamente a la deriva, no ceder en aquello que no es más propio, esencial y verdadero. 
L.

sábado, 24 de mayo de 2014

Lo inalcanzable

Lo más importante de cualquier cosa no puede ser explicado y mucho menos entendido. ¿De cualquier cosa? Sí, por ejemplo de un amor, de una noticia periodística o familiar, de una novela, de una película, de este blog, de lo que sea. Y si puede ser explicado y entendido es porque el hecho considerado carece de relevancia. Lo más curioso es que mucha gente se comporta como si pudiera explicar y entender a fondo todas las cosas. Basta leer lo que escriben los sabihondos en las redes sociales, los columnistas consagrados de los grandes matutinos, los académicos rutilantes y los malos escritores de ficción o los cronistas de la mal llamada realidad. Todos entienden todo. Los expertos, como se llaman a sí mismos, entienden y explican las causas más hondas, y, luego, sonríen plácidamente y se van a dormir o a comer felices de vivir en un mundo más transparente que un vidrio al que se ha pasado un trapo limpio y eficaz. Los videntes ven incluso más allá de más allá y más acá de más acá. Ni una duda. Ni una mínima confusión. Nada. Dos más dos son cuatro, el perro es perro, la maldad es maldad y el amor es más fuerte. Pero los que se sienten aún vivos y atentos no deberían engañarse. Lo más importante de cualquier cosa no puede ser explicado y mucho menos entendido. ¿Por qué? Porque la esencia de cualquier cosa es inalcanzable y escapa siempre de las balas asesinas. Huye más veloz que un ciervo herido en un bosque de altos y lejanos abedules.
L.

Danza callada

Las cosas

Las cosas empiezan siempre bien, como en el cine. Primero una cita a ciegas o a vistas en un bar, una conversación sin tema pero con valor de lo no dicho, una promesa, otro encuentro, otro bar, un nuevo encuentro y finalmente lo que empezó vagamente se concreta concretamente. Siguen las cosas su curso, como en el cine. Escena tras escena, diálogo tras diálogo y algunos momentos difíciles que le dan color al conjunto. Pasado cierto tiempo de maduración las cosas tienden a desgastarse, cambiar, caer al suelo como las manzanas o los higos. La historia se estira tal vez un poco más y las cosas decantan solas y terminan siempre bien, claro, como en el cine.
L.

Ya

Hay una playa, un patio, un prado, una selva, la gruta, la casa. Uno y solo uno de esos lugares se nos reveló una vez y para siempre. A partir del descubrimiento -que con seguridad ocurrió en la infancia- cualquier sitio que lo evoque será una fuente de asombro. Cuando volvemos a verlo nos conmueve porque ya nos había conmovido. Los lugares se descubren a través de los recuerdos que se tienen de ellos. Para decirlo de otro modo. Sólo es nuestro lo que hemos poseído siempre. Es inútil buscar novedades en la ilusoria variedad que ofrece la realidad real. Y por eso aburren tanto las crónicas de viajes y los suplementos turísticos de diarios y revistas. Porque, aunque no lo sepamos, hay un solo destino que nos importa de veras. Y es el lugar que para nosotros ha sido y es todos los lugares. No es necesario viajar hasta ahí. ¿Por qué? Porque ya hemos llegado.
L.

Ya


Ya

Terminado por fin aquel asunto, sí, acabado. No hay más que hablar. Lo que debía hacerse se hizo de la mejor manera. No dolió casi. No físicamente. Lo que duele es otra cosa pero de eso nada puede decirse. Las cosas se van encaminando como pueden. Vivir es mejor que soñar, dice una canción ya olvidada. Prohibido soñar, decían los estudiantes iracundos en París 68. Es el nombre de un bar. Hoy es sábado, mañana domingo, pasado con seguridad será lunes. Abajo juegan unos niños. Terminado por fin aquel asunto, sí, acabado.
L.

viernes, 23 de mayo de 2014

La palabra está sola

La palabra pierde amantes, pierde amigos, se sienta sola en un café. El verbo está vacío, vacío, vacío. La relación articulada del hombre con los hombres se ha interrumpido en el marasmo. El vocablo dirigido anteriormente a la comunidad ha quedado trunco en la boca individual y  tan abierta. La palabra es mujer y está sola, esta noche, más sola que nunca. Y el verbo se ha vaciado. Está muda y desnuda la voz en el parloteo incomprensible. El interés individual desenfrenado colmó todo de aires egoístas. La voz se ahoga de individualismo. La palabra pierde ovarios. Pierde también su esencia y su atributo generoso. El verbo, la mujer, hoy, esta noche.
L.

Sin lógica

Algunos lectores de textos literarios se enojan con la falta de lógica, dicen ellos, que tienen algunos relatos de ficción. No puede ser, me dice alguien, que una joven se muera por culpa de la espina de una rosa. Es ilógico, dice uno más, que exista algo llamado hobbit viviendo, para colmo, en un agujero cavado en el suelo. Si la lógica dominante imperara quedarían afuera los sueños nocturnos, la Biblia, gran parte de la literatura mundial, la casi totalidad del arte. Sólo podríamos pensar en sacar la basura a la noche, comprar algo para la cena y vivir pegados a la computadora todo el tiempo incluso para leer este blog ilógico. De acuerdo. Pero qué triste sería la vida en tal caso, qué pobre todo, qué inútil, que falta de imaginación, eso, imaginación, lo único que queda con vida antes del derrumbe.
L.

Instrucciones

Conservar la calma cuando todos o casi todos la pierden. Confiar en uno mismo cuando los demás dudan. Aceptar la duda y considerarla. Esperar y no cansarse de la espera. Saber que se miente pero no participar de la mentira. Poder pensar. Poder soñar. No oscilar entre los términos de éxito o fracaso. Tampoco dividir el mundo entre buenos y malos. Admitir que las cosas a las que muchos consagraron sus vidas están rotas. No desesperar por eso. Volver sobre los pasos. Reconstruir lo roto con herramientas gastadas pero eficaces. Soportar las pérdidas por dolorosas que resulten. Volver a empezar tantas veces como sea necesario. No perder el equilibrio. Insistir.
L.

jueves, 22 de mayo de 2014


Duda

No estoy seguro si es ella. Podría serlo dado que hace unos años andaba también en bicicleta y a un ritmo parecido. No es fácil descubrir a una mujer desde atrás. El pelo lacio me confunde. Miro fijamente el sillín, sin descuidarme de los autos, y sobre todo miro lo que ahí se apoya desdoblándose a partir de la curva o raya central que da lugar a todo tipo de pensamientos. El sillín, la tarde nublada, el ágil movimiento de las piernas que alguna vez vi desnudas. Pero no son las de ella. No lo son con seguridad. No sería tan delicada y esbelta su figura hoy. Menos ahora que tuvo hijos y se casó y viajó no sé adónde con su nuevo marido o compañero como dice o decía ella con lenguaje propio de la izquierda revolucionaria. Los aros que tiene podrían ser los suyos. Puede ser suya la nuca ahuecada y con pelitos y ese vestido de fondo negro y dibujos de color que bien podrían pertenecerle. Los pelitos, los dibujos, la nuca, la curva y todo lo demás. La verdad, no estoy seguro. Avanza con energía poco digna de ella por la avenida y dobla, de pronto, hacia un lugar cercano al mar, como si fuera Alfonsina o no sé quién, directo hacia el océano, un poco de arena, las huellas borradas en el sur y yo, siempre ocupado, mirando hacia adelante y nada más que hacia adelante.
L.

Turismo digital


Ha surgido una nueva manera de hacer turismo que consiste en viajar lejos y no ver nada sino apenas fotografiar el lugar visitado con celulares todo terreno. Van los turistas a las cataratas del río Iguazú, en Misiones, y deciden no verlas sino fotografiarlas desde las pasarelas. Van los turistas a la quebrada de Humahuaca en Jujuy y no la ven ni la caminan. Apenas la fotografían. ¿Por qué no quieren los turistas ver los lugares adonde han viajado pagando dinero y esfuerzos? Se lo pregunté a Paula y respondió bien. Tienen miedo a lo efímero de la existencia. Quieren eternizar el instante en imágenes multiplicadas hasta el cansancio que luego subirán a Facebook y no volverán a ver jamás nunca. Tienen miedo a la belleza, dije yo. Un amigo a quien hice la misma consulta agregó algo más. Los turistas digitales quieren dejar pruebas visibles de que viajaron, de que existen y están vivos. Aún así. ¿Por qué no quieren ver nada?
L.

Dejarse llevar

La memoria tiene una enorme fuerza de gravedad. Atrae tanto como una mujer desnuda y en lo oscuro. Es inútil tratar de ignorarla. Se la puede negar por un tiempo. Incluso por un tiempo extenso. Pero a la larga la memoria termina ganando la carrera. Y nos chupa hacia adentro como un remolino. Y nos dejamos hundir porque hemos escuchado consejos al respecto. Resistir el remolino significa hundirse y ahogarse. Si en cambio nos dejamos llevar seremos disparados hacia arriba, es decir, nos salvaremos. La memoria salva.
L.

La francesa

La francesa habla mal el castellano. Mal es poco. Muy mal. No consigue armar una frase coherente. Igual ella me gusta por sus vestidos negros y largos, por el turbante que usa en la cabeza roja y pelirroja, por su manera de soplarse las manos con la boca en forma de o cuando hace frío. Además tiene un piercing en la lengua que me genera una mezcla de respeto y miedo. La francesa toca el piano desde chica y además lee Niebla, un libro de Unamuno que ella pretende comparar con La vida es sueño de Calderón de la Barca o de los barcos. Caminé ayer con ella y con sueño una cuadra de cien metros entre tal y cual parada. Hablamos en general. Ella, la francesa, me dijo que la realidad incluye a los sueños, a las fantasías, al desespero que suele atravesarse lento y puntual entre las piernas. No tuve tiempo de decir nada. Subió al colectivo, sacó la lengua a su manera, y, cuando vi el piercing, me dio no sé qué.
L.

Carente de todo

Los buenos

Los buenos que además se creen buenos son los peores. Los bienpensantes que dicen estar del lado de las causas justas, y no hacen nada por mejorar las cosas, son los peores. Mucho mejores son los malos asumidos. Mucho mejores son los malpensantes que al menos dudan, se preguntan, no están del todo seguros de lo que hacen o dicen. Los buenos son una plaga que acabará con el mundo. Los bienpensantes están listos, ahora mismo, para la traición. Cuidado con ellos. Son buenos, sensibles, lloran en el cine. Pero en cualquier momento sacan del bolso las armas buenas y, sí, disparan.
L.

miércoles, 21 de mayo de 2014

Ducha filosófica I


Me levanto y corro levemente las cortinas. La luz se filtra por la ventana y permite distinguir los restos que dejaron los amigos en la fiesta. Botellas vacías, libros abiertos que nunca se leyeron, cigarrillos mal apagados. Estoy desvestido y confuso como un recién nacido. La luz y el ruido se amortiguan. Ahora c L o OOOamino entre papeles, cajas y paredes de vidrio. Mareado, como sonámbulo, salgo del cuarto hasta llegar al baño. Giro la canilla y suena por fin la música del agua. El mundo se destruye todos los días a las once de la noche pero renace puntual, a la mañana siguiente, bajo la ducha. No sé qué me deparan los días por venir. Sé que con agua caliente y fantasía no voy a llegar lejos. Para empezar ya es algo. Agua tibia del último amor. Agua fría de la separación. Agua blanda en sutil combate con la piedra dura. Alegría sin adjetivos. Ceremonia de purificación. La ducha me redime y acaricia con manos de mujer. Me contiene. Me devuelve al tiempo después del tiempo. Ahora golpea mi espalda con guantes de lana y vapor. Y las diez mil gotas me dicen al oído, casi en secreto, que tal vez sea la hora. Poco a poco mi mente se aclara. El viento inunda mi cabeza y me recuerda una escena. Lejos de aquí, en una mañana como ésta, me despertó una lluvia. El agua caía borracha y muerta de risa. El ojo del huracán se abrió tan grande como pudo. Y a través de él accedí al lado luminoso de las cosas. Pude ver el perfil de una lavandera. Sus manos se hundían en la ropa desnuda. Bajando velozmente por el muro una enredadera se precipitaba sobre los rincones. Y enseguida brotaron esos hongos que nacen y mueren al instante. Fue después de la lluvia y el llanto. Ya no puedo volver atrás. Voy a dejar que el agua me lleve adonde ella quiera. Voy a quedarme en la ducha todo el tiempo que haga falta.
L.

Ducha filosófica II

La idea al escribir y al vivir sería la de pasar una escoba por todas partes, algo así como ducharse metiendo el jabón entre las piernas y las nalgas y los brazos hasta acabar con el menor resto de olor, dolor y suciedad, o sea, ir al punto, rescatar solamente lo esencial, no dejarse llevar por las ganas de decirlo todo y hacerlo todo. Lo que importa y nada más que lo que importa. Salir después de la ducha, limpitos por dentro y por fuera, y enfrentar la vida en estado de inocencia y vacío. Todo no se puede. No todo, sí, se puede.
L.

martes, 20 de mayo de 2014


Teórico

Dijo mi analista que vivo sumergido en teorías. Usted es un teórico, me dijo por si no se entendió. Yo le acababa de contar lo del médico (la cita para el viernes) y la discusión de la otra noche en la calle Vidt. Le hablé de mi entusiasmo rápidamente convertido en decepción. Le conté de mi otro entusiasmo pasajero a partir de un descubrimiento menor que hice en relación con la escritura. Le hablé de Hemingway para deslumbrarla. Le hablé también de la teoría del iceberg y hasta del Titanic y la muerte. De verdad quería impresionarla. Pero fue inútil. Usted es un teórico, dijo mi analista.
L.

Sesión acústica

Pelos

No se sabe de dónde salen tantos pelos en el cuerpo mudo y desnudo. Alguien, muñeca sin cara, los barre en el salón y se arman montañas de cebras y hebras y tinieblas. Soltura y cielo. Pelos en la oculta axila, mandíbula brillante, pelos en el pubis que ya no tiene lugar para nadie más. Moldura y celos. Pelambre de hombre y de mujer ensombreciendo la sonrisa vertical. Pelos erectos o doblados como luna entre las nalgas y no importa donde saltan pero, claro, la cantidad es inmensa y alguien barre todo en el salón, muñeca ciega, anticipo cotidiano y vano de lo que vendrá. Pelos remotos, ignotos, raros. Extraña envoltura desecha, algo así como arbustos o matas de líneas finas hasta convertirse en pelos que llenan las sábanas de hoy, la almohada, el sueño, el beso profundo y prohibido cubriendo lenguas de pelos encogidos. Alturas del mundo. Última flor que crece después del fin, desecha cima de pelos y rezos, por qué no, de una hora tan peluda y dulce, redonda quizás como una uva recién caída y barrida para siempre en el desierto, lento y húmedo salón.
L.    

En la rama


No lo puedo entender, la verdad, no puedo entender para nada al hombre subido en esa rama alta de un árbol seco. Sé muy pocas cosas que me contaron quienes lo acompañaban en esa oportunidad. Cuadro de situación. Un país extranjero, el grupo rodeado por un ejército enemigo, delatores, el asma como un compañero sucio y malhablado. Y entonces, ya sin ganas de escribir su diario, ya sin proyectos de ningún tipo, deshecho por dentro y por fuera el hombre, ese del que estoy hablando apenas, estaba entero, más entero que el árbol al que se había subido y ahora, porque esto que cuento está ocurriendo ahora, el hombre de ropa ensangrentada y sueños gigantes abre un libro, creo que de Jack London o de Onetti (el dato no es relevante) abre un libro luego de haber encendido la pipa y escuchado cómo zumban y retumban las balas enemigas. El hombre lee, no cree en el Purgatorio, tampoco en el Paraíso, no le importa, lo que se dice, nada. Es el peor de todos. No se cuidó. Se dejó llevar apenas por impulsos y ahora lo veo entero, tan grande al lado mío que da pena, como dicen en Colombia, una pena muy grande, y me arrodillo bajo la rama y espío, desde no tan lejos, para no molestar. Y sin ser creyente rezo para que venga la noche de una vez.
L. 

Hablar por hablar

La palabra que nombra y canta y comunica está en retirada. Eso si es que alguna vez existió. Es tiempo de aceptar el exilio del lenguaje ahora convertido en mero parloteo, conversaciones huecas a través de ondas magnéticas, gente y gente suponiendo que las palabras y las cosas tienen algo que ver. Pero no. Nada tienen que ver porque la única y propia ocupación del lenguaje es mirar su ombligo desnudo. La tarea es un misterio fértil y espléndido. Hablar por hablar es no decir nada. ¿Entonces la solución es el silencio? Tampoco así. El arte de callar es el arte de hablar por algo, para algo y para alguien.
L.

Para una ingrata

lunes, 19 de mayo de 2014

En una tumba sin nombre

No fue difícil entrar al cementerio Père Lachaise, en París, con esa mujer a la que poco me unía salvo el viaje compartido. Yo, encerrado en la burbuja, buscaba la tumba de Vallejo como si fuera lo único que me importara en la vida. Por qué no nos vamos, dijo Luz sentada en un banco. Vino a salvarme una peruana salida acaso de una cripta. Vino con la llave del museo guardada en el bolsillo pegado a un muslo seguramente aceitoso, con la soledad andando a solas y yo acompañado por Luz o como se llame esa extraña de la que pronto iba a separarme. Y entonces buscar juntos la tumba de Vallejo, los tres en absurda caravana, la peruana sudorosa y joven de Trujillo, y mi mujer a punto de dejar de serlo. Y yo pensando en la llave tan cerca de la entrepierna húmeda, y mi mujer de entonces, sombría Luz, hastiada de la caminata y olfateando, se diría, eso que había nacido y acabado con la peruana en Père Lachaise. Porque no pasó nada ese día con la flor de Trujillo. Ni ese día ni los que siguieron. La llave convertida en falo, Vallejo, la separación, el epitafio memorable. Yo nací un día que Dios estuvo enfermo. Grave.
L.

¿Por qué no?

Porque de los amores posibles se sabe demasiado. Porque tarde o temprano lo alcanzable se termina. Porque la rutina diaria y semanal se vuelve densa en ciertas noches. Porque todos tenemos nuestros defectos. Entonces, ¿por qué no un amor imposible? ¿Por qué no algo que sólo pueda imaginarse, fantasearse, alucinarse, dibujarse? ¿Por qué no una orilla de mar o un bosque de árboles altos o cualquier cosas de esas que siempre están lejos? Alguien dirá todo bien, de acuerdo, pero en algún momento la carne se vuelve la única certidumbre. Puede ser. Pero mientras tanto, por si acaso y a pesar de todo, ¿por qué no un amor total y absolutamente imposible?
L.

Si no duele

No es cuestión de masoquismo o autoflagelación. Para nada. No es eso. Es cuestión de vivir la vida a fondo y muy a fondo. Lo que no duele, lo que no deja marcas, lo tan suave que ni pelos tiene, carece de toda consecuencia. Un amor perdido, si fue amor, duele y mucho. Una utopía deshecha y no retomada por nuevos caminos...duele. Claro que sí. Un masaje demasiado contemplativo no relaja los músculos. Si no duele no actúa. Si no duele el efecto es inocuo. La nada es placer hueco. La vida, si es vida, duele. Al menos un rato.
L.

Las manos

Temas prohibidos

Hay temas prohibidos en este blog. Cada vez que los tocamos cosechamos enojos, silencios, perdemos seguidores y lectores. Pero no dejaremos de abordarlos ya que la vida es corta y se supone que los blogs están para eso. Para decir lo que debe decirse y nadar contra la corriente. No se escribe un blog para quedar bien o buscar votos. ¿Y cuáles son los temas que molestan? Básicamente redes sociales, ecología, política, vida cotidiana. También el amor y el sexo cuando los abordamos con cierta dosis de ironía y desconfianza. Una lectora dice que no hablamos de las cosas lindas, que no tiramos buena onda, que siempre le buscamos la quinta pata al gato. ¿Pero qué culpa tenemos si los gatos, en efecto, tienen cinco patas? 
L. 

La mitad


Vivir sin ideas

La idea del amor mata el ejercicio del amor. La idea de la revolución destroza o traiciona revoluciones. La idea de mujer de mi vida (o del hombre de la vida de alguien) fracasa dado que dicho ser no existe ni existirá jamás. Lo mismo podría aplicarse a infinidad de asuntos. Vivir sin ideas no es vivir como tontos o indiferentes. Al contrario. Es conectarnos con las cosas directamente y sin juicios previos...hasta donde sea posible. Y, sobre esa base, agotar la experiencia del amor, de la revolución, del hombre, de la mujer, de lo que sea. El sabio no tiene ideas, decían los chinos. Pero está dispuesto a tenerlas.
L.

Punta del iceberg

Según la conocida teoría literaria de Hemingway todo relato, toda vida en realidad, es comparable a la punta de un iceberg. Una octava parte asoma fuera del agua y es el producto final. Las siete octavas partes que restan son el fundamento profundo de lo que se vive o se dice. Casi toda la montaña de hielo permanece sumergida y guarda experiencias, ideas, cosas vividas al máximo y bien digeridas. Si el sujeto en cuestión conoce todo eso que está bajo el agua no tiene por qué volverlo explícito. Al contrario. Dado que lo sabe no lo suelta. No lo dice. Pero lo que finalmente se aloja allá arriba, en la octava parte que asoma arriba, dará cuenta por acción u omisión de esa gran base de hielo, fuego y silencio que la sostiene y justifica.
L. 

domingo, 18 de mayo de 2014

Puntas


Blogobsesivo

Este espacio no debería llamarse suspendelviaje sino blogobsesivo. Fotos reiteradas hasta el cansancio como los toros de Picasso. Dos o tres temas que vuelven siempre a la hora señalada, dos o tres canciones de la catalana Silvia Pérez Cruz y otras cien de Chico Buarque de Hollanda o Silvio Rodríguez, las historias de Paula o como se llame, la discusión constante con las ideas instaladas, la angustia y arrogancia de siempre. Pero bueno. Tampoco es pecado obsesionarse. Al contrario. Las obsesiones componen una buena guía a la hora de escribir, pensar, amar, viajar, etcétera. Ser fieles al menos a ellas. Las terribles y queridas obsesiones dan vida a la vida.
L.

Elogio de la traición

Es conocido el caso de Judas. Su traición a Jesús permitió que la profecía se cumpliera. Habría entonces que revisar mejor la cuestión, incluida la infidelidad en todas sus formas. Abandonar a una persona no es lo peor que puede hacerse en la vida. Tal vez el acto duela pero no tiene por qué ser una tragedia. Si uno no dejara nunca a nada ni a nadie no quedaría espacio para lo nuevo. Si se busca evolucionar es inevitable incurrir en una infidelidad a los demás, al pasado, a las antiguas convicciones sobre el mundo y uno mismo. Cada día debería contener una infidelidad esencial o una traición necesaria. Sería incluso un acto optimista y esperanzador. Algo que garantizaría la fe en el futuro. Una afirmación de que las cosas pueden o podrían ser no sólo diferentes sino incluso mejores.
L.

Que yo cambie no es extraño

Extrañar no es extraño

Extraño a Grusswillis, mi gato muerto el año pasado. Tanto lo extraño que a veces creo verlo bajo el sol de otras calles de la ciudad. Extraño a Flor Americana, mi primera novia. Tanto la extraño que a veces siento sus pasos rápidos y sonoros estampados contra la vereda. La sueño a veces en la famosa escena del taller de artesanía cuando la vi desnuda por primera vez. Extraño a mi padre y su angustia al volver derrotado del negocio. Extraño a mi madre y sus comidas lentas pero definitivas. Juntando a todos los seres perdidos o desaparecidos la nostalgia crece de pronto como la panza de una madre primeriza. Nadie extraña a una persona sino a la imagen que tiene de ella. Nadie ama. Nadie está donde dice estar. Pero no importa. La ausencia es real y duele. Duele de verdad.
L.

sábado, 17 de mayo de 2014

Uno solo

Pareciera que hay muchos temas pero en realidad hay uno solo y es la vida. Los demás no existen o entran en una larga lista de variantes de lo mismo. Ya se sabe que uno puede viajar, enamorarse, estudiar, trabajar, subir o bajar montañas, acostarse, darse una ducha, escuchar música, dormir, levantarse, leer, escuchar música o dejar de hacerlo. Uno de pronto puede caer en un estado de angustia y más tarde salir de dicho estado. Uno puede masticar la felicidad como quien muerde despacio un cubito de hielo. Todo eso puede hacerse y mucho más. Pero el único tema a considerar es la existencia misma. Qué hacer con ella. Qué dejar de hacer. Qué jugo sacarle al final del día, qué olor, qué tibieza, qué recuerdos, qué formas del encanto y desencanto harán posible seguir en el camino. Pareciera que hay muchos temas pero en realidad hay uno solo y es la vida.
L.

El acróbata insiste


Y entonces

Y entonces elegir un camino es negar los otros. Y no hay manera. No elegir nada es conspirar contra el destino. Pero elegir algo es una forma sutil de abandonar una multiplicidad de opciones que tal vez harían la vida más feliz. Nunca se sabe del todo qué cosa es una vida feliz. Lo único que se sabe es que para algún lado hay que ir. Aunque no sirva para nada hay que ir para algún lado. Pero sabiendo que cualquier lado que se elija obliga a negar los otros. Y no hay manera.
L.

Uno a uno

Matamos lo que amamos

Matamos lo que amamos, dice Oscar Wilde en alguna parte. Es verdad. Eso hacemos una y otra vez. Matamos lo que amamos. ¿Pero por qué? No es nada fácil responder. Lo que se ama puede asociarse al oscuro objeto del deseo. Dejarse llevar por esa máquina de hacer pájaros es lo más difícil. Casi tanto como ser libres. Actuar con decisión e independencia trae problemas, dolores, angustias, un malestar insoportable. La bendita maldición de vivir sabiendo puede llevarnos al desastre. La conciencia del mundo da placer y duele al mismo tiempo. Hacer y cuidar lo que amamos nos da mucho trabajo. Mejor eludir, postergar, anular de una vez la cita que anhelábamos. No faltarán buenas excusas. Hay muchos entretenimientos a mano. De última se puede viajar o ver televisión. Nos dejamos aplastar por cobardía, por miedo, por cansancio o por obediencia quién sabe a quién. Por eso, y nada más que por eso, matamos lo que amamos.
L.

Sábado


viernes, 16 de mayo de 2014

Lai-tu sale de viaje

Lai-tu, sensible y bella joven de la antigua China, había resuelto iniciar un largo viaje. De tal modo deseaba romper con la monotonía de sus días y de paso conocer nuevos lugares. Comunicó la decisión a su maestro, hombre prudente y razonable como todos los chinos. El sabio reaccionó con acritud. ¿Cómo puedes salir de viaje si los tres reinos de Wang siguen desunidos?, preguntó con visible enojo. Lai-tu era una chica de barrio y no tenía grandes pretensiones. Consideraba con razón que la unión de los tres reinos de Wang era algo situado fuera de su alcance. Cuando se lo hizo saber a su maestro, éste volvió a molestarse. La unión de los tres reinos es en efecto un objetivo remoto -admitió-. Pero aún más remota que un objetivo remoto es la carencia de objetivos. Tu viaje no tiene objetivo.
L.

jueves, 15 de mayo de 2014

Agua estancada

Si algo se expone a la luz otro algo queda sumergido en sombras. Una idea desplegada y muy exhibida implica dejar a las otras en la oscura oscuridad. Sería como privilegiar un aspecto de las cosas en detrimento de otras y caer por ello en cierta parcialidad. Se ha entrado así en la preferencia. Se ha entrado así en el ocultamiento. Se ha perdido la noción de conjunto y todo pasa a ser limitación. Por eso, justamente por eso, toda posición fijada con demasiada fuerza estanca la mente y no evoluciona. La vida se congela entonces más que el hielo. Es mejor la fluidez. Mucho mejor el arco iris.
L.

Vestida de noche

Teoría binaria

En el cuerpo y la vida reina el orden binario. Si empezamos por el cuerpo ya se sabe. Dos piernas, dos ovarios, dos brazos, dos testículos, dos tetillas o pechos según el caso, dos ojos, dos orejas, dos nalgas, dos pulmones, dos riñones, dos pies, dos hemisferios cerebrales, dos labios. Las excepciones son pocas e incluyen una sola vagina, un solo pene, una sola nariz, un solo ombligo, una sola boca, un solo corazón, un único estómago. Pero la dualidad se extiende luego al universo espiritual. Y entonces aparecen los opuestos, también, dobles. Tristeza/alegría, amor/odio, dulce/amargo, seco/húmedo, frío/calor, lento/veloz, vida/muerte, padre/madre y muchos más. Pero ni siquiera así termina la duplicidad. Es común entre nosotros el doble discurso, los sentimientos dobles, las relaciones paralelas, los dos trabajos, el bazar Dos Mundos, todo por dos pesos y todo así. En resumen. Nuestra existencia se desenvuelve entre dos posibilidades, dos polos, dos caminos, dos teorías, dos materias. Y habrá que elegir entre cualquiera de las dos opciones.
L.     

Teorías de bolsillo

Nos pasamos la vida inventando teorías de bolsillo. Nos cuesta admitir que en realidad no sabemos nada y entonces construimos ficciones que tratan de explicar nuestra angustia o felicidad. Todos sabemos todo. La sola idea de que algo sea puesto en duda nos lleva a componer respuestas inmediatas que resuelvan lo irresuelto de una vez y para siempre. Eso nos da paz, nos hace sentir fuertes, nos permite pasar al tema siguiente y continuar el viaje. Listo. Ya está. Y pasamos a otra cosa. Pero no es así la vida. No lo es de ninguna manera. El asombro que de veras piensa solo habla en forma de preguntas y jamás por medio de, sí, teorías de bolsillo.
L.

El tema

Y entonces al fin y por fin aparece el único tema que de verdad nos importaba, el que veníamos encubriendo con siete velos de tul, el que eludíamos planificada y organizadamente. Hagamos lo que hagamos llega un día en que caen todas las máscaras y el cuerpo desnudo muestra no solamente protuberancias y redondeces sino también llagas. Las llagas de Cristo en la cruz. Los brazos en Gruss. Y entonces claro. Y entonces ni palabra. Se hace un silencio más grande que un camión y no sabemos qué decir o callar. Habrá que hacerse cargo del asunto que de pronto apareció. El tema. Al fin y por fin.
L.

Jueves


miércoles, 14 de mayo de 2014

Los santos

Los otros, los santos, juzgan con firmeza a los pecadores. Y encima arrojan la primera piedra. Los otros no son nosotros. Son los otros. Huelen bien. Por eso juzgan con el dedo estirado bien hacia adelante. Amenazan, señalan, castigan, predican la limpieza total y absoluta. Los otros son honorables y puros. Jamás tuvieron un pensamiento sucio, jamás desearon a la mujer del prójimo, jamás incurrieron en desvaríos hormonales, jamás hicieron pis contra un árbol. Los otros son ejemplares. Saben comportarse en público y en privado. Son, en una palabra, buenos. Buenos padres, buenos amigos, buenos esposos y esposas. Todos esposados. Es verdad que mienten, es verdad que de cerca son seres repugnantes, es verdad que son capaces de cometer los peores vejámenes. Pero que no se diga. Que no se sepa. Los otros, los santos, juzgan con firmeza a los pecadores.
L.

Ir al punto

Trato de decir las cosas directamente. Ir al punto, evitar los rodeos, no engañarme ni engañar a nadie. Pero a la hora de escribir, por ejemplo ahora, sé que es imposible no dar rodeos, que el camino está lleno de curvas, que las curvas tienen pozos de agua, que el agua se derrama por todos los costados y que siempre se arma un lío tremendo con las palabras. Uno tiene un plan que a la hora de su ejecución se desarma en diez mil caminitos. Los planes sirven para ser traicionados. Unión de postulados. Ir al punto dando rodeos, o, también, dar rodeos yendo al punto, sin engañarme ni engañar.
L.

Silvia

El placer de compartir

La multinacional de la amistad y el amor conocida como Facebook ha logrado instalar entre sus adherentes la imperiosa y desesperante necesidad de compartir todo lo que se hace y se dice. Todo es todo. Desde una luna de miel, un coito, un cumpleaños o una cena con amigos. Los ambientes cultos y/o politizados incorporan al exhibicionismo general poemas poéticos y textos comprometidos con las causas justas. Los militantes de la red no dejan por eso de cambiar y aumentar ad infinitum el número de sus fotos de perfil. También se ocupan de criticar a los malos con buenos argumentos y enaltecer a los buenos con malos argumentos. Y tanta exhibición se hace en nombre de una falacia llamada compartir. El tema es complejo e inagotable. ¿Cuál será la causa profunda que lleva a convertir la intimidad en espectáculo de masas? Voy a arriesgar una hipótesis de bolsillo. Detrás de todo esto se esconde el miedo a la muerte y el pánico que en algunos produce la soledad. También la conciencia de que todo termina al fin, la angustia ante lo efímero de las cosas vividas o soñadas, lunas de miel, cenas y viajes incluidos.
L.

martes, 13 de mayo de 2014

El castigo

Hay, es evidente, un placer especial en el castigo. No importa quién es la víctima y ni siquiera importan demasiado las razones. El castigo es uno solo y consiste en dañar a un semejante hasta verlo caer hecho pedazos en un abismo sin fondo. No importa de qué lado está el fuego disparado. Importan poco las razones esgrimidas para justificar la inquisición. Hay, es indudable, un goce especial en el castigo. En dañar, torturar, injuriar, aniquilar. El fuego es uno solo, solo uno, y el dolor carece de banderas. El sadismo es pasión de multitudes. Como es hoy. Como fue siempre. Y entre las grietas duras del castigo, como un sol inesperado, está el amor que acecha.
L.

No entender

A diferencia de lo que suele pensarse el acto de no entender algo, lo que sea, es una primera aproximación al conocimiento de verdad. Los que dicen entender todo son temibles. Los que no dudan también. Los que no se hacen preguntas mínimas ante el saber establecido son tal vez los más ignorantes. El desconocimiento de algo, además, estimula a avanzar en el estudio y el pensamiento. También a profundizar en la práctica de lo aprendido. Molesta no conocer lo que debe ser conocido y no entender del todo lo que, se supone, debe ser plenamente sabido. La ignorancia genuina erotiza. La sabiduría total y completa aburre y, sí, mata el deseo de saber.
L. 

Qué sabe ella

¿Marx vuelve?

Recientemente la revista Newsweek eligió un fragmento del Manifiesto Comunista para presidir un artículo de tapa referido a la crisis del sistema capitalista. La sociedad burguesa moderna se parece al mago que ya no es capaz de dominar las potencias infernales que ha desatado. ¿Marx de regreso? Vuelven a evocarse ideas básicas como aquella de que la existencia precede a la esencia. Antes de pensar, escribir o filosofar el ser humano necesita comer, bañarse, vestirse, conseguir techo. Nada esencial ha cambiado.  El problema no es Marx sino los marxistas. El problema  no es Freud sino los freudianos. Y así con todo. Si volvemos a las fuentes confirmaremos que somos marxistas sin saberlo. Es verdad que la utopía acariciada por el autor de El capital no se concretó aún. Pero el marxismo ha penetrado con fuerza inusitada en nuestras vidas. La idea de alcanzar una sociedad justa donde trabajo, arte, belleza, historia y razón puedan confluir sigue siendo irrenunciable. La libertad poética, social, sexual o espiritual nos sigue impulsando hacia adelante. La lucha de clases no deja de crecer. Tampoco la división mundial entre opresores y oprimidos. Eso permanece aunque la burguesía se disfrace de hada madrina. Es temprano para juzgar. Históricamente todo es muy reciente. Y el porvenir es largo. Si un amor fracasa no fracasa el amor. Y si una revolución es traicionada no habría que apurarse a decretar el triunfo de la traición.  
L.

lunes, 12 de mayo de 2014

Ventana al mar

Hambre de amor

Son penosas las migraciones que los salmones de Alaska emprenden en épocas de desove. Esos traslados se deben a que los peces buscan lugares donde residieron primitivamente. Los salmones se mueven impulsados por el hambre, la memoria y el amor. No es cierto que no amen. No es cierto nada de lo que se dice sobre ellos. Los salmones alimentan el deseo de revivir algún momento de indecible plenitud. Los que no son peces buscan también la reconstrucción de un estado anterior al actual. Eluden la verdad para protegerse del dolor. Y lo hacen aún sabiendo que ese acto podría salvarlos de la aniquilación. Dan un poco de envidia esos peces que sin ahorrar sacrificios emigran hacia lugares donde fueron o creyeron ser felices una vez. Por alguna razón esos viajeros desdeñan el principio de realidad y buscan en el principio del placer la justificación de sus vidas.  
L.

Sin mala intención

Y ellos

Y ellos entonces meten sus cuerpos al mar. Meten sus cuerpos, sus sueños, sus raros y espesos fluidos. Y entonces ellos descubren que el cielo está cruzado por un rayo. Está cruzado por un rayo, un filo, un relámpago de luz imposible. Y ellos entonces ellos, casi mudos, casi desnudos, casi solos, casi invisibles quieren saber qué cosa se esconde más allá del mar, más allá del horizonte, más allá de todo. Y lo que por fin descubren, porque finalmente lo descubren, no debe ser revelado jamás. Nadie se los dijo. Pero lo saben y callan.
L.

Pecado original

A esta altura del siglo XXI el pecado original ya no consiste en morder la manzana sino en imaginar una situación no basada en lo que todos conocen como realidad. Nos exigen veracidad. Nos exigen el rechazo escrupuloso de toda ensoñación. Nos exigen datos verificables por más anecdóticos, banales y secundarios que resulten. Toda imaginación será castigada con el máximo rigor de la ley. Alguien, un pecador, quiso hablar minutos antes del fusilamiento. Quiso hablar y decir que lo que buscaba a través de la invención artística era una verdad un poco menos rudimentaria que la que se vende en el mercado. Dar con las raras turbulencias que suelen emanar de toda situación narrada o experimentada. Fue inútil. El que mata la lógica debe morir por impuro, le dijeron los nuevos dueños del sentido. Y el fusilamiento se produjo, como debe ser, a la hora señalada.
L.  

El gran salto

Todo gotea

Dinámica de los caños y los techos. Todo gotea en los mecanismos, en las almas, en los cuerpos. Caen gotas y el vecino se queja. Viene un plomero y avisa que tiene que romper todo. Para eso no hay respuesta. Romper todo es quedar nuevamente a la intemperie. Dinámica del cielo y el velo. Las construcciones son imperfectas, se quiebran, se rajan, se hinchan como madres. Y después, claro, después empiezan las gotas su trabajo lento de demolición. Y cuando se espera que cesen los castigos llega el plomero y anuncia el apocalipsis. Dinámica de los caños y los pechos. Todo gotea.
L. 

sábado, 10 de mayo de 2014

A veces

Las sirenas son un peligro para el navegante. Eso se debe tal vez a la extraña fusión de pechos desnudos, misterio, cabellos de medusa y colas de pescado. El riesgo mayor es oír sus voces emergiendo como labios seductores desde el fondo oscuro de los mares. El viajero inexperto queda hipnotizado y se tira de cabeza a las aguas turbulentas. Supone que será bien recibido allá abajo. Pero no es así. Las sirenas comerán vivo al incauto. Por eso conviene estar alertas como Ulises en el momento crítico del viaje. La historia es conocida. Se hizo atar al mástil de la nave y se tapó los oídos. De ese modo pudo salvarse del desastre y seguir adelante. A veces hay que privarse.  No saber, no escuchar, no enterarse de nada.
L.

No se vende

Escribe mi padre desde la cárcel

Mi padre escribe cartas desde la cárcel. No alcanzo a ver la fecha. Está borroneada. Mi padre cuenta que está en Devoto y que junto a sus camaradas ha iniciado una huelga de hambre por más visitas, más higiene, el fin de las torturas. Mi padre ha sido torturado. Dice que por un ventanuco de la celda -de dos por dos, precisa- ve un pedacito de árbol. Me pregunta por mi madre y por la situación mundial. Somos unos pocos adentro y millones afuera. Lo dice mi padre en la carta que recibí esta mañana. La escribió tirado en su camastro, como lo llama. Su camastro de piedra. Me aconseja que estudie y manda saludos para tres o cuatro personas que no conozco o no recuerdo. Dice que falta poco para la revolución. Dice que cuide a mi madre. La diferencia entre los dos es poca, dice. Yo entre cuatro muros y tú fuera de ellos. Mi padre suele hablar de tú cuando escribe cartas desde la prisión en donde está alojado. Me gustaría decirle algo pero no me animo. Voy a esperar un tiempo y le respondo. Mi padre ha escrito una carta desde la cárcel. Y yo no sé qué hacer con la carta, con la cárcel, con la vida y con todo lo demás.
L.