viernes, 20 de junio de 2014

Elogio de la obsesión

En la vida hay que obsesionarse. No perderse. Obsesionarse, planificar, organizar, observar, producir sin descanso. No renunciar tan fácil. Estar atentos. No ignorar. No callar cuando hay que hablar. Responder a los mensajes. Arrojar cien o cien mil botellas al mar. Acudir al llamado. En la vida, en el trabajo, en el arte, en el amor. Obsesionarse. Ni un hilo sin atar. Armar la divina red. No hay tiempo que perder. Anotar todo en la pared. O en los brazos. O en las nalgas. O en el alma. No se trata de enloquecer sino de no caer, no desanimarse, no entregarse. Y obsesionarse hasta el fin.
L.

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