De un amor, si fue amor, no queda nada. Inútil escuchar canciones de los viejos tiempos, entrar de nuevo a bares donde se dijeron cosas, cruzar esquinas donde chocaron vasos, evocar gestos solemnes y mal actuados en la estación abandonada. Todo va decantando y se evapora hasta resolverse de a poco en materia oscura. Primero se borra un nombre, después el otro, luego desaparece hasta la corteza donde un torpe corazón fue dibujado. Por algunos meses o años subsiste un remanente que luego se evapora como las nubes del último verano. De un amor, si fue amor, no queda nada.
L.
L.
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