La madera seca arde mejor que la húmeda. Ante la inflamable materia de los hechos y los sueños conviene que el escritor use un solo fósforo. O ninguno. Llevada a la prosa o la poesía la idea se traduce en elegir un estilo preciso, directo, limpio. Y descartar de plano la imprecisión, la especificación débil, lo emocional cuando es sinónimo de descuido estilístico, exceso y vulgaridad. La humedad se presta a otros fines pero no ayuda a escribir. Cuanto más caliente sea el tema más frío y seco debería ser el procedimiento a utilizar.
L.
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