domingo, 22 de junio de 2014

La ola

Dice la surfista que pasa gran parte del tiempo en una tabla. Se ubica más allá de la rompiente y espera la ola de su vida. El tiempo se estira sin remedio y las olas que llegan no le sirven. Son bajas, no se ahuecan, no la abrazan, no la llevan a la costa. Puede también ocurrir que la gran ola, la divina y perfecta, venga por fin y la surfista no alcance a sentirla en profundidad. O porque está distraída o porque piensa que esa ola no le viene bien. La surfista dice que a veces pierde la paciencia y monta en la primera espuma que brilla ante sus ojos verdes y enormes. Cuando la sed es grande, dice, conviene dejar de esperar la ola de la vida, si es que existe, y lanzarse de lleno, en cuerpo y alma, al puro mar de las causas perdidas.
L.

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