Un problema que tiene el museo del Louvre en París es la cantidad abrumadora de obras expuestas. En una sola pared hay a veces hasta 50 cuadros distintos. ¿Quién puede verlos a todos con una mínima atención? En el caso de hacerlo es muy probable que los cuadros sean olvidados en escasos minutos. Es lo que pasa también con la sobreabundancia de información a la que diariamente estamos sometidos. Tantas noticias dispares bloquean el cerebro y nos vuelven cada vez más dispersos, confusos e ignorantes. Nos hemos vuelto pobres -decía al respecto Walter Benjamin-. Hemos ido entregando una porción tras otra de la herencia de la humanidad teniendo que dejarla en la casa de empeño por cien veces menos de su valor para que nos adelanten la pequeña moneda de lo actual. Convertidos entonces en esclavos del presente, ese espejismo lleno de sombras y fantasmas, no podemos ver y mucho menos entender eso que vemos. Pizarnik lo supo. La única rebelión posible consiste en mirar una rosa, una sola, hasta pulverizarse los ojos.
L.
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