Ocurrió en abril de este año. Un buque llegó al puerto de Necochea misteriosamente y sin aviso. Parecía un barco fantasma pero no lo era. Al contrario. Pertenecía al mundo de las cosas reales y flotantes. Por motivos difíciles de establecer llegó a puerto sin haber tocado ni una sola costa. El trayecto empezó en la ciudad de Recife y terminó muy cerca de la playa de Quequén. De pronto surgieron problemas, la nave empezó a hundirse y la gente de a bordo fue tirándose al agua. Fue suicidándose hasta que sólo quedó en cubierta el capitán del barco, un noruego sombrío y de pocas palabras. El hombre no quiso abandonar la nave y se hundió con ella. ¿Por qué? Por fidelidad.
L.
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