Y de pronto Pavese irrumpe en el cuarto lleno de libros y gatos y relojes fríos. Pavese, sí, el autor de La luna y las fogatas, el autor de La tierra y la muerte, por qué no, el suicida Pavese también, el misógino que fue criado entre mujeres, el enamorado, el jactancioso, el sabelotodo de Pavese. Y no sé cómo seguir este posteo sin tema. Y me pregunto, como lo hace Alejandro Zambra en algo que acabo de leer, si verdaderamente a alguien le importa la impotencia de Pavese, sus eyaculaciones precoces, sus masturbaciones, sus quejas eternas. Ten valor, Pavese, ten valor. Eso escribió en una de las cuatrocientas páginas de su diario íntimo (El oficio de vivir). También me pregunto si los ocasionales visitantes de este blog saben de quién estoy hablando. Pavese aparece cuando terminan las vías y empiezan los puertos. Y dice que todo el mundo es una red de rutas y muelles. Y que el mundo está colmado de gente que viaja, que hace y deshace. Y que en todas partes hay gente necia y de la otra. Y de pronto Cesare Pavese irrumpe en el cuarto lleno de libros y gatos y relojes que hace rato, ya, que no dan ni la hora.
L.
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