miércoles, 17 de septiembre de 2014

Contra la guerra

No existe causa más subversiva y revolucionaria en estos tiempos que la lucha por la paz. Históricamente los podridos poderes han optado por la solución militar, la eliminación del otro -siempre extraño y enemigo- hasta alcanzar la paz de los cementerios. Ahora Estados Unidos se ha lanzado a una nueva aventura bélica con la excusa de la lucha antiterrorista. El objetivo oculto parece ser esta vez el derrocamiento del gobierno sirio. No es la primera vez que lo hace. Basta recordar el bombardeo atómico de Hiroshima y Nagasaki, la brutal invasión de Vietnam y Afganistán, el aliento y sostén financiero de gobiernos aliados, el derrocamiento de gobiernos libres y justos como el de Salvador Allende en Chile, la guerra de Irak que produjo un millón y medio de muertos entre la población civil, el reciente respaldo a Israel en su descarado genocidio contra Gaza. Es cierto que el negocio de las armas da dinero, prestigio y poder. Es cierto también que todos los imperios de la historia, por ejemplo el romano, apostaron a la guerra para ampliar sus dominios a sangre y fuego. Pero no resultó. No resulta. Hitler lo experimentó en carne propia. Y no fue el único. La paz es premisa fundamental de cualquier intento de mejorar las cosas. La paz, claro, con justicia social.
L.

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