Damos demasiadas vueltas para decidir, para decir lo que debemos, para cambiar de rumbo. Tanto más cómodo es clavarnos en el mismo sitio. Alivia tanto el punto inamovible. Y sin embargo algo nos dice que debemos decidir, decir lo que callamos, cambiar de rumbo. Y sin embargo seguimos dando vueltas y más vueltas como si en eso ganáramos tiempo. Como si el rodeo fuera mejor que arrojar la flecha recta y hermosa que dará por fin en el corazón del mundo.
L.
No hay comentarios:
Publicar un comentario