lunes, 29 de septiembre de 2014

Feos, pobres, sucios y castigados

Se acaba de difundir en la Argentina una encuesta inédita y reveladora sobre la situación en las cárceles de este país. Los datos más notables confirman que en las prisiones está enclaustrado el eslabón más débil de la cadena delictiva. Casi el 60 por ciento de la población carcelaria tiene entre 18 y 30 años. La mayoría son pobres. Más de la mitad (los que alcanzaron a ser condenados) purga penas por robos menores a 2500 dólares. A siete de cada diez detenidos la policía (por cuya presencia masiva claman los medios hegemónicos y buena parte de la población) les pidió plata, los obligó a firmar declaraciones falsas contra sí mismos, los golpeó, los torturó con picana eléctrica o los violó. El informe, elaborado por la prestigiosa Universidad de Tres de Febrero, informa de paso que cada uno de los presos condenados en este país cuesta a la sociedad unos 10 mil dólares al año por los gastos que demanda el encierro. Un cuarto de los 15 mil detenidos fue condenado por robar menos de 900 dólares. La aplastante mayoría de los presos son, como se los llama en la jerga militar, perejiles, esto es, los más vulnerables, los arrebatadores callejeros, los desesperados. Son, no hace falta decirlo, los más fáciles de reemplazar. No hay jefes de bandas presos, no hay mafiosos de alta clase, no hay ricos y famosos en las cárceles. Sólo pobres pertenecientes a familias disfuncionales -para decirlo con elegancia- donde reina la violencia, el abandono, la pobreza extrema. La prensa canalla oculta estos datos y, al igual que los políticos que están a la caza del voto, hablan para la tribuna. Piden más cárceles, más policía, más tortura. Saben que eso no resulta. Saben que el aumento del castigo no disminuye el delito. Saben que los problemas de inseguridad -aquí, allá y en todas partes- se resuelve con inclusión social, educación, hospitales, distribución justa de la riqueza, vigencia estricta de los derechos humanos, justicia social en todos los órdenes. Pero todo esto no parece interesar a la tribuna. Sólo se pide mano dura y recontradura. Sólo se pide que los feos, sucios y malos se pudran en la cárcel para siempre.
L. 

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