miércoles, 17 de septiembre de 2014

Malos maestros

Alguien decía con razón que durante diez o veinte años abandonó su educación para ir a la escuela. El objetivo de la educación tradicional fue y sigue siendo domesticarnos y adaptarnos a lo que está. Si no queremos decir buen finde o mi más sentido pésame porque nos parecen tonterías, o un abuso excesivo del lugar común, nos educan para hacerlo. Obedecer fue y sigue siendo un signo de buena educación. En ocasiones la institución escolar nos entrena para reprimir hasta las ganas de hacer pis. También para olvidar lo que somos y repetir como loros la palabra loro. Los maestros dignos de ese nombre deberían enseñar lo contrario, es decir, educarnos para desaprender uno a uno los buenos modales y estimular en nosotros la fidelidad al deseo. Los malos maestros, en cambio, nos imponen la hipocresía como estilo y la resignación como sistema de vida.
L.

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