lunes, 29 de septiembre de 2014

La bibliotecaria

Fui hace un rato a una biblioteca buscando dos o tres libros que necesitaba y hablé un rato con la empleada más antigua del lugar. Está ahí desde hace veinte años o más. Me dijo que va poca gente a consultar libros. Yo, con mi tono apocalíptico de siempre, le dije que ya nadie lee, que no me extrañaría que dentro de poco cierren todas las bibliotecas y exageraciones en esa línea. Ella, razonable, me dijo que alguna gente va y que los que no van se pierden la alegría inmensa que produce la lectura en los que leen. Y es así. Un buen libro nos salva a tiempo de los vientos de la desgracia, nos permite vivir otras vidas, nos saca del agujero interior, nos lleva de viaje quién sabe adónde, tal vez, incluso, a una biblioteca que es una fábrica silenciosa y gratuita de felicidad. De eso hablamos con la mujer. Y yo me fui de ahí con tres libros, sí, imprescindibles. 
L.

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