Todo el mundo se relaja en la fiesta. Hay sonrisas, confesiones, facilidad de palabra, generosidad, lengua suelta. Pasa el efecto del vino y la orgía se deshace. La cenicienta es de nuevo la mucama olvidada junto al horno, las carrozas vuelven a ser zapallos y el príncipe clausura el show con un ridículo zapato en la mano.
L.
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