viernes, 9 de septiembre de 2011

Gusto a poco / 1


Algunos hechos remotos, situados por lo general en la infancia, influyen en nuestros actos decisivamente. Por causa de aquello que podríamos llamar escena originaria sufrimos en la actualidad, nos mandamos cagadas, repetimos actos que no nos favorecen. Al contrario. Nos perjudican de manera ostensible. ¿Pueden revertirse esos traumas infantiles? Claro que sí. Pero la fuerza que tienen es imbatible. Presionan. Vuelven. Insisten. Anularlos no se puede y cualquier avance que logremos en ese plano será vivido con gusto a poco. ¿Nada que hacer entonces? Sí. Aprender a leer mejor nuestro pasado. Aprender a escribir y reescribir mejor este presente.
L.

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