martes, 27 de diciembre de 2011

Aprender



Las cosas fundamentales de la vida no se aprenden en la escuela. Los verdaderos maestros no suelen estar en las aulas. Son gente por lo general sin título habilitante que se cruza inesperadamente con nosotros y nos deja algo sólido y estimulante para siempre. Pero incluso los grandes guías no hacen falta en ciertos casos. De ahí sale el viejo chiste según el cual tuve que abandonar la educación para ir al colegio. Nadie nos enseña a respirar, a hacer el amor, a tener hijos, a correr junto a la orilla del mar, a morir, nacer o ser felices. Eso lo aprendemos en soledad y gracias a la necesidad de ser y existir. La vida finalmente se impone, diría Arlt, por prepotencia de trabajo. No digo por eso que haya que cerrar las escuelas ni nada parecido. Al contrario. Digo simplemente que lo que verdaderamente importa se aprende en el acto mismo de hacerlo y que, además, en ningún caso, salvo en el teatro, hay posibilidad de ensayo previo.
L.

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