La más hermosa de las mujeres habla en voz baja. No ríe estruendosamente. No dice feliz navidad y próspero año nuevo. No dice nada en realidad. La más hermosa no sabe que es hermosa. Anda por la vida sin ocultar su angustia, su desesperación, su miedo. La más hermosa es casi muda y, desnuda, parece la sombra de un pájaro en el río. Y cuando se desviste muestra la extensión de su cuerpo sabiendo que no muestra nada. Y porque es hermosa sabe que lo principal no puede decirse ni exhibirse. Y que todo es inútil pero, aún así, conviene al plan vital. Sabe eso porque es la más hermosa. Y porque no lo sabe y porque, además, está conmigo.
L.
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