El error está quizás en decirle todo a todos. No se puede hablar con el mundo entero. Menos de cosas personales, es decir, de cosas que realmente nos importan. Ni siquiera van a escucharnos.Tampoco se trata de ir agitando la verdad, nuestra verdad, como si se tratara de una toalla mojada o de un boxer puesto a secar. El error está en no seleccionar con peine fino a nuestros interlocutores. No se comparte todo con la humanidad. No se ama a todos. No se duerme con todos. Se lo hace con pocos pero buenos. Mejor si son buenos. Mejor si son pocos. Oh divina intimidad. No debimos traicionarte.
L.
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