Qué poco duran los fuegos de artificio en el cielo de la fiesta. Mucho menos que un orgasmo o un tsunami. Y cuánto duran las estrellas en el cielo. Por momentos parece que se burlaran de nuestra angustia. Las estrellas frías, eternas, tan quietas en apariencia pero enérgicas y calientes a la vez. Han visto pasar un millón de fósforos quemados en largos segundos. Pero nada ha pasado más fulgurante que ellas mismas, libélulas, putas finas, reinas para siempre del universo.
L.
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