Puro placer es imposible. Un poco puede ser. Un rato. Pero el goce absoluto, sin grises ni velos, puede sentirse tal vez en el arte o en un instante único e irrepetible. El orgasmo es la metáfora perfecta. Los que aspiran a la totalidad total, es decir, los totalitarios, suelen acabar mal (léase el verbo sin doble intención). Tan mal como los borrachos que al final vomitan o los que se atragantan con ríos de pólvora y fuego. Todo es mucho. Es muy lejos pedir, dice Pizarnik. Muy cerca saber que no hay. Eso que falta es la fuente de la vida.
L.
No hay comentarios:
Publicar un comentario