A veces, casi siempre, decir no es la mayor afirmación de todas. Parece un contrasentido pero cuando la tentación es grande conviene privarse. Decir no. Dejar pasar y olvidarse. Renunciar a las promesas infinitas del goce. Casi siempre lo mejor es retirarse a cuarteles de invierno, verano o primavera. Quedarse con las ganas. Hacer de la frustracion una obra y de la obra la justificación posible de la vida. Decir no. Cuidarse hasta las últimas consecuencias y eludir la divina tentación. La ley general obviamente admite excepciones que la confirman. A veces se impone decir sí de primera intención y como último recurso. A veces la salvación llega por el riesgo.
L.
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