Me dice un experto en rehabilitación de aves rapaces que algunas de ellas carecen de impronta. Dicho de otro modo. Un águila, por caso, no sabe que es águila. Se comporta de una manera anómala, ataca al hombre siendo que no es su característica, digamos, su sello. Hay gatos que no saben que son gatos. Hay peces que pretenden volar como gaviotas en el fondo del mar y hasta hormigas que se creen búfalos. Carecen de impronta. Así expuesto el concepto lleva naturalmente a formular preguntas incómodas. ¿Cuántos de nosotros, humanos, conocemos a fondo nuestra condición? Y si la conocemos, ¿actuamos de acuerdo a lo que verdaderamente somos y queremos?
L.
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