Hubo un tiempo que fue hermoso donde uno podía perderse por falta de caminos. No había celulares, no había gps, no había nada. Uno quedaba en encontrarse con una mujer en una esquina y ella se equivocaba, o se quedaba mirando un cuadro, y entonces existía la posibilidad de que el encuentro no se produjera. Y esa hermosa opción, es decir, no encontrarse nunca, no llegar, tener la libertad de que el azar decida, bueno, ya no es posible. Ahora todos saben donde están todos. Pero para conocer a esa persona que podría salvarnos, si es que existe, hay que poder perderse por falta de caminos. Hubo un tiempo que fue hermoso donde hasta eso era, sí, posible.
L.
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