domingo, 1 de junio de 2014

150

Ciento cincuenta vidas podrían vivirse sin siquiera haber entendido y observado un único minuto de todas y cada una de ellas. Peor aún. Sin haber sentido, olido, bebido una única gota de las existencias pasadas y pisadas. La vitalidad no se mide en cantidad sino apenas en calidad. Puede un amor ser eterno así dure un único minuto, dice o decía el poeta. Un solo instante puede convertirse en todos los instantes. La intensidad pesa más que la abultada cifra. Ciento cincuenta vidas pueden alcanzar apenas para dar un paseo sin consecuencias por el entorno salvaje de una casa en ruinas. O ni siquiera. La multiplicación de los hechos, los siglos y las siglas ostenta un claro valor estadístico. Pero la vida está en otra parte.
L.

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