lunes, 16 de junio de 2014

A pesar de

Shakespeare fue cuidador de caballos. Cervantes recaudador de impuestos. Juan Rulfo, el autor de Pedro Páramo, trabajó en una fábrica de llantas. Kafka se desempeñó inicialmente en una compañía de seguros. Luego fue empleado público en el ministerio de Trabajo. Cuando Borges escribió La biblioteca de Babel era empleado en una repartición municipal de baja categoría. Faulkner escribió una novela mientras alimentaba con paladas de carbón una bobina eléctrica. Más tarde fue despedido de un puesto en el correo porque no repartía las cartas que le entregaban. Rainer María Rilke vivía en un palacio. Pero no podía escribir si desde el otro lado del parque sonaba una sierra. Chejov era médico rural y cuando volvía tarde en la noche lo esperaba un cuarto lleno de gente incluyendo bebés que gritaban y familiares peleándose. En medio de tantos líos y trabajos los autores mencionados, y tantos otros, hicieron obras que acaso queden para siempre. Otras personas, que cuentan con todo el tiempo y el dinero del mundo, no hacen nada creativo.Todo hace pensar que las dificultades, así sean temporarias, son muy inspiradoras.
L.

No hay comentarios:

Publicar un comentario