Alguna vez pensé que a un país violento como el mío lo mejor que le podía pasar era tener pequeñas alegrías. Ir a un mundial, engendrar artistas sobresalientes, ganar premios al mejor café, a las mejores flores, a las mujeres más lindas, etc. Todo eso se logró muchas veces. Pero la historia demostró que las llamadas buenas noticias de poco sirven cuando los problemas de fondo no se resuelven. En una ocasión Colombia le ganó 5 a 0 a Argentina y clasificó para el mundial de Estados Unidos. Como resultado murieron más de un centenar de personas en los festejos. Un autogol cometido por el futbolista Andrés Escobar en ese mismo torneo le causaría la muerte por asesinato unos pocos días después. El Palomo Usurriaga, uno de los más grandes futbolistas que tuvo el Valle del Cauca, fue matado a balazos en 2004 por sicarios. Hay reinas de belleza encarceladas por narcotráfico. Junto a los cargamentos de fruta y flores se exporta cocaína. Ahora dudo de las fiestas y las alegrías fugaces. No son más que divinos templos de oro levantados en un suelo de barro.
A.
No hay comentarios:
Publicar un comentario