Dos entidades prestigiosas de Colombia, entre ellas el Centro para la Memoria Histórica, calculan en 240 mil los muertos generados en ese hermano país por el conflicto armado, la inequidad social, las viejas y nuevas élites colombianas, el narcoparamilitarismo instalado allá. Doscientos cuarenta mil. Qué fácil contamos los muertos. Los asesinos están bien repartidos por acción u omisión. Son responsables desde integrantes del actual gobierno (Santos) hasta paramilitares y militares ligados íntimamente al uribismo perdedor en las elecciones de ayer. Sesenta años de conflicto armado, guerrillas prehistóricas, millones de desplazados, millares de campesinos despojados de sus tierras y sus semillas, una mujer violada cada tres horas, líderes sociales ultimados por goteo. Los resultados de la segunda vuelta significan apenas un respiro. Ahora llega para el pueblo mártir de Colombia la opción de seguir luchando, con una mezcla de lucidez y pragmatismo, por la paz con justicia social, por la vida y contra la muerte en cualquiera de sus formas. Hay un largo y difícil camino por delante. Pero no todo está perdido.
L.
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