Nos enseñan a enamorarnos de objetos como si en ellos hubiera algo fundamental sin lo cual la vida, nuestra vida, sería imposible. Pero no hay nada especial o irreemplazable en los objetos soñados. Nada en absoluto. Y si los perdemos queda siempre la posibilidad de soñarlos infinitamente. Ocurre algo similar con el deseo. Nos enseñan a aferrarnos al oscuro objeto del deseo. Nos dicen que sin ese objeto la vida, nuestra vida, sería imposible. Pero no hay nada especial o irreemplazable en el oscuro objeto del deseo. Lo que en realidad deseamos es seguir deseando. Seguir deseando hasta el fin.
L.
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