La gente simple, buena y sensible se protege pensando que el mundo está lleno de gente complicada, rara, nociva, cazadora y portadora de hachas y martillos de la que conviene tomar distancia antes que sea tarde. Explotando la nueva ilusión un tal Bernardo Stamateas, pastor de pocas luces pero mucha astucia, escribió hace tiempo Gente tóxica, un libro que vendió miles de ejemplares. La tesis principal resulta tan rudimentaria que ni siquiera hace falta exponerla en detalle. Alcanza con leer distraídamente la tapa y la contratapa. La idea podría resumirse del siguiente modo. Hay gente densa, insana, tóxica, sombría, que nos hace mal. Por tal motivo no debemos acercarnos a ese grupo. Pero por suerte, también, hay gente sana, linda, simple y sin complicaciones. Se trataría de gente buena de alma y corazón, de la cual sólo podemos esperar buenas energías. Un poco tarde la gente simple descubre que la división es falaz, que no existen ni la sencillez ni la complicación, que sólo hay hombres, mujeres, plantas y animales...y que no debemos culpar a los de afuera, puros o impuros, por nuestro insondable vacío interior.
L.
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