martes, 17 de junio de 2014

Lo incompleto


Hay un proceso bastante habitual por el cual tendemos a redondear todas las cosas. Es como si no soportáramos un círculo inconcluso o discontinuo. Entonces lo completamos sobre la base de ideas preconcebidas que tenemos metidas en la cabeza desde siempre. Y ahí viene en nuestra ayuda una larga lista de frases hechas, teorías de bolsillo dictadas por el sentido común, cualquier elemento que sirva para cerrar el sentido, el círculo, y dejarlo listo como para regalo. Pero si algo queda entreabierto como una puerta, o, por qué no, como un amor pasado que no alcanzó a definirse o a cerrarse por completo, ¿cuál sería el problema? ¿Por qué esa obsesión tendiente a colmar a pleno todas las casillas? ¿Está mal que algo no quede totalmente resuelto? Al contrario. Ese no todo que gobierna la existencia es lo que nos mantiene vivos y con ganas de avanzar y completar, llenar, lo que de todos modos quedará inconcluso. 
L.

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