No importan tanto los hechos en sí (lo que nos pasa) sino lo que hacemos con ellos. No hablo de cosas lejanas como la caída del imperio romano, la segunda guerra mundial, las crisis económicas o la abdicación del rey Juan Carlos. Hablo de hechos más relacionados con nosotros, es decir, con cada uno, es decir, acontecimientos en los que podemos influir un poco. Hablo, también, de esos hechos que de alguna manera ayudamos a producir casi como si se tratara de una tarea cuidadosamente organizada por nosotros. Ahí sí podemos hacer algo para bien o para mal. Ahí sí vale la pena detenerse. Ahí. En los hechos que nos involucran y con los cuales se hace posible operar, actuar, modificar, enriquecer, desviar, iluminar. Porque el problema no está en los hechos mismos sino en lo que hacemos con ellos.
L.
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