Llevo escritos dos hermosos prólogos de nuevos y extraordinarios ensayos que jamás escribiré. No voy a revelar los temas para evitar plagios. Es mi nueva costumbre. Escribir prólogos, es decir, resumir en unas pocas páginas el contenido de un libro por venir que jamás vendrá. Por ahora me conformo con eso. El tipo de vida que hago no me permite más que eso. O me faltan fuerzas. Quién sabe qué será. Pensándolo bien la vida de cualquier persona no es más que un prólogo de algo, una especie de vacilante conjetura que no se concreta por completo, un divino plan destinado al fracaso y el olvido. Pero si de fracasar se trata hay que hacerlo de la mejor manera posible. Lo importante es escribir un buen prólogo. El mejor.
L.
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