martes, 16 de septiembre de 2014
Leer bien
Leer bien es arriesgarse a mucho. Es dejar vulnerable nuestra identidad, nuestra posesión de nosotros mismos. Así debiera ser cuando tomamos en las manos una gran obra de literatura o filosofía, de imaginación o de doctrina. Puede llegar a poseernos tan completamente que, durante un tiempo largo, no tengamos miedo y nos reconozcamos de manera imperfecta. Quien haya leído La metamorfosis, por ejemplo, y pueda luego mirarse impávido al espejo, será capaz técnicamente de leer letra impresa. Pero será también un analfabeto en el único sentido que cuenta.
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