martes, 16 de septiembre de 2014

Los que no leen

No sé cuántos son los que renunciaron a la lectura. Deben ser unos cuantos. Más en tiempos como estos gobernados por la felicidad en todas sus formas. Mucho más lindo es viajar, dicen algunos. Cómo no entenderlos. Es bueno aclarar que el abandono de la palabra por parte de amplios sectores de la población no los hace peores que los disciplinados lectores. Entre estos últimos hay gente que en algún caso puede ser erudita pero jamás culta. El simple acto de leer no los hace buenas personas. Ni siquiera los lleva a escribir bien. No necesariamente al menos. A veces veo en las redes sociales carteles muy elogiados, con cientos de manitos levantadas al pie, donde se dice que leer es bueno. No lo veo así. Los que no leen suponen que los grandes libros contienen enseñanzas magistrales. Dicen eso porque no leen. Pero ni la narrativa ni la poesía dictan lecciones sobre nada. No es su función. La buena literatura está destinada a iluminar, a explorar, a refrescar, a cuestionar y cuestionarse. Pero no a defender preceptos morales acerca de las sanas costumbres que deberían adoptarse. Se ha montado una gran industria de libros dirigidos a los que no leen. En general son textos malos, pornográficos  en el peor sentido, místicos, vulgares o de autoayuda. Es fácil seducir a los que no leen. Como si fueran salmones muerden todos los señuelos. Los que leemos nos metemos en un agujero en el suelo, como el Hobbit, acompañados por los viejos libros de siempre y sin perder la esperanza de que lleguen tiempos mejores.
L. 

No hay comentarios:

Publicar un comentario