No todo puede decirse en este lugar sagrado. Ni en este lugar ni en ningún otro. Hay que cuidar los espacios y el sincericidio nunca dio buenos resultados. Además todo no se puede en ningún orden de la existencia. Siempre falta algo y eso nos sirve de estímulo para tratar de completar la evidente carencia. ¿O acaso alguien puede asegurar que es feliz en todos y cada uno de los momentos de su vida? Los que escribimos, para colmo, nunca estamos conformes con el producto de nuestro trabajo. Algo quedó sin decir. Y ese algo insiste en ser dicho, escrito, hablado, convertido en palabras. Pero todo no se puede. Entonces uno se concentra en el "no todo" que es lo único posible de concretar en esta vida y, claro, también en las otras.
L.
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