Hay otros mundos pero están en éste. Hay máscaras que encubren los verdaderos rostros con pintura, papel y gelatina. Limitarnos entonces a quitar los elementos con cuidado y ver por fin lo que ocultan. No hay que viajar muy lejos para descubrir lo bello, lo extraño, lo siniestro que a primera vista parece amistoso y familiar. Todo eso está mucho más cerca de lo que pensamos. Solo se trata de tomarse el tiempo suficiente. Observar con atención no sólo el discurso sino también el acto. En eso consiste todo o casi todo. Alejar de la escena cualquier cosa parecida a un celular inteligente. También las radios, las televisiones, las computadoras. Mirar el entorno de una manera casi obsesiva. Las consecuencias de ese simple acto pueden ser desagradables. Pero del mecanismo algo aprenderemos. Y será para siempre o casi. Debajo de la ropa se oculta la verdad, sí, desnuda.
L.
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