miércoles, 10 de septiembre de 2014

¿Qué pasa con los hombres?


Dicen las mujeres que ya no hay hombres. Acaso la frase aluda tanto a cuestiones estadísticas como a la falta de varones dispuestos a jugarse por ellas. Daría la impresión de que no las escuchan. Al parecer están ocupados, casi ausentes, en la formación de un equipo de fútbol, metidos en la compu, en la preparación de un asado o en una importante reunión de colegas. Para colmo la conformación genital los vuelve, en su caso particular, casi totalmente externos, volcados hacia afuera como aquello que cuelga vagamente entre las piernas. Por momentos hasta pareciera que carecen de mundo interior. En general no frecuentan los talleres de teatro, canto, baile, pilates o escritura. Aunque algunos lo hacen. Si tienen hijos ayudan -en el mejor de los casos- pero no se involucran demasiado. Están siempre en otra cosa. Las chicas dicen que ahora ellos son tan o más histéricos que ellas. Prometen y no cumplen. Dicen que sí y es no. Las mujeres les piden cada vez menos. Ni siquiera exigen ya que estén especialmente dotados o que sean genios en la cama. Les basta con ser besadas, acariciadas, queridas al menos por un rato. Y acompañadas. Se quejan pero los buscan con esmero y a veces con desesperación. Necesitan la energía del varón que es, de algún modo, la del padre. Si la carencia se prolonga la mujer se vuelve hombre de acción no tanto por deseo sino por necesidad. La fuerza de los hechos se impone a la angustia por razones prácticas y hasta de subsistencia. Y es bueno que así sea. De lo contrario las mujeres se disolverían en un puro existir -o un puro ser- sin causa ni por qué.
L.

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