Es fácil amar o decir que amamos sin conocer al otro o suponiendo que con el tiempo podemos convertirlo en lo que somos. Esto último no es amor sino un simple ejercicio de dominación encubierta. Lo es aunque hayan besos, abrazos, lindas palabras y todo lo demás. Conocer al otro significa aceptar sus diferencias, sus taras, sus olores raros, sus gustos, su cuerpo anómalo. Conocer el otro significa aceptar que no habla como nosotros, no sueña lo mismo que nosotros, tiene su mundo propio, le gusta vivir a su modo. Es cierto que las afinidades juegan a favor en la pareja. Pero si de algo de nutre el amor, si algo realmente lo fortalece, eso está en las diferencias. Convivir con ellas. En eso consiste todo o casi todo.
L.
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