Se repite el blog. El viaje se suspende una y otra vez. Frena el tren en las viejas estaciones. No hay originalidad. No hay apertura a nuevos temas. Siempre lo de siempre. Amor, desamor, miedo, tristeza, desconcierto, discusión, saber que todo lo que empieza termina, y, al revés, que todo lo que termina recomienza como el mar. Se repiten palabras, jugos y juegos. Las anotaciones mantienen un tono monótono que resulta imposible disolver. Las mismas ideas, el mismo viento, la misma sal. Todo se repite aquí a la manera de los ciclos de la naturaleza, las cosechas y aquel abrazo, sí, añorado.
L.
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