lunes, 4 de julio de 2011

Octava conclusión


La soledad no es el mal mayor. Al contrario. Es un bien escaso y cada vez más raro. Eso a no ser que entendamos por compañía a las fotitos de facebook, a la mal llamada "conexión permanente" del blakberry, a los constantes llamados familiares, amistosos o amorosos, a los mensajitos de texto que bombardean día y noche los celulares del mundo. Aunque tengamos todo eso y un millón de amigos, aunque nos llamen a cada rato y en las fiestas nos rodeen los mejores, la soledad es la condición más humana de todas. Nacemos solos, vivimos solos, morimos solos. En el medio, claro, alguien nos acompaña en la aventura y qué bueno que así sea. Qué bueno que haya una persona con la cual podamos compartir el silencio sin por ello sentirnos mal. Los que necesitan gente y ruido todo el tiempo están perdidos. La pareja que puede permanecer bien y en silencio durante un largo rato tiene futuro. La pareja que, en cambio, necesita hablar sin parar el día entero está en problemas. La soledad. El silencio. La paz compartida. Bienes raros y escasos.
L.

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