lunes, 4 de julio de 2011
Séptima conclusión
Las ideas actúan como velos de extraña seda o vidrios oscuros. No dejan ver las cosas en sí mismas. Las ideas, los prejuicios, las religiones, los consejos familiares. ¿No sería mejor ver las cosas como si fuera por primera vez? ¿No ganaríamos en conocimientos si nos entregáramos a la experiencia de vivir como niños o, mejor, como nubes, plantas o animales? El sabio no tiene ideas, dice un viejo proverbio chino. Pero está dispuesto a tenerlas. Quizás debiéramos estar dispuestos a conectarnos directamente con la realidad sin ideologías ni estructuras previas. Mirar con algún grado de inocencia. Dejar lugar al asombro. Estar dispuestos a cambiar de idea y de vida si hace falta. ¿No sería mejor no saber que suponer que por viejos o por vivos ya sabemos y entendemos todo?
L.
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