El budismo zen rechaza el entusiasmo visto como excitante o esfuerzo. Lo alaba, en cambio, como concentración en la rutina cotidiana. Es una concentración que ve a esa rutina como algo siempre excepcional. Demasiado entusiasmo entorpece y embota la mente. Eso dicen los budistas. Ante la opción de enloquecer mejor es mantenerse sereno y jovial. Formar el carácter es como hacer pan. Hay que mezclar todo paso a paso y poner el horno a temperatura moderada, es decir, no demasiado entusiasta. Eso dicen los budistas. Uno sabe lo que necesita. Pero si se vive con exageración se olvida la temperatura ideal y se pierde la orientación o el camino. Eso es peligroso. No conviene sobrecargarse tanto. La iluminación no está en los extremos sino en el medio. Ante la inminencia de las fiestas el budismo zen, o no zen, predica la calma.
L.
No hay comentarios:
Publicar un comentario