Medio día fuera de casa y ya las hormigas la tomaron por asalto. Abro la puerta y verdaderos ejércitos de esos seres minúsculos y callados se tragan todo lo que encuentran a su paso. Acaban con las plantas, la comida del gato, el pan de la alacena, mis libros, mis recuerdos, las fotos más queridas. Jamás pensé que perdería todo por culpa de simples y malditas hormigas. Durante años las subestimé. Hasta conseguí que se fueran durante el último invierno. Las había olvidado por completo. Llegué a sentirme un vencedor. Ahora volvieron y son millones. Ahora ya es tarde para todo.
L.
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